2.2.13

Capítulo 37


*NARRA MEGAN*

Habían pasado unos cuantos días desde que estuvimos en casa de Eleanor. Ella, celebrando que había hecho un año de noviazgo con Louis, se había ido junto a él a pasar una semana en las playas de Australia. Fue Louis el que preparó todo el viaje, pagó todo, montó la sorpresa, etc. Que monada por favor, yo quería algo así.
Lidia y Niall pasaban juntos casi todo el rato. Parece que estaban más... unidos. 
Además, los dos están como chalados, entonces tenía que aguantar una situación constante de besuqueos y cosas sin sentido que decían. Y así.
Luego Bibi y Liam... Qué decir de ellos, que eran entrañables. Esos se casaban fijo. Creo incluso que Liam ya le había presentado a sus padres.
Pero no estoy muy segura.
Zayn seguía en su línea. Quedamos un día y me puso al tanto de todo lo que pasaba en su vida, igual que yo. Me contaba que estaba olvidándose se Brigitte, pero que poco a poco, y que esperaría a ver qué le depara el destino, si es que existe.
¿Y Harry? Pues Harry era Harry. Solo que si antes quedaba cinco veces de cada cinco, ahora lo hacía tres de cada cinco. No sé si era porque no quería verme, porque notaría una situación incómoda, o porque se iba a ver a la Diane esa, a la que por cierto no he vuelto a ver.
Mejor, si no le hubiese dicho unas cuantas cosas no muy agradables...
Los rumores se disparaban.
'¿Quiénes esa chica que queda con Harry?'
'¿Son pareja?'
'¿Qué pasó con Megan?'
'¿La olvidó ya?'

Incluso leí en twitter algo de que yo me había vuelto una paranoica porque Harry me había puesto los cuernos, que me había drogado, y que estaba en rehabilitación.
Toma ya. Imaginación no se la quita nadie...

Estaba yendo hacia la residencia para comer ahí. Había terminado las clases y pensaba irme de compras ese día. Para tranquilizarme un poco.
Subí a mi cuarto y me di una ducha rápida. Cogí todo lo que necesitaba y me bajé al comedor.
Me tomé una ensalada y pescado. Estaba sola. Normal, era viernes y todos se iban a comer fuera.
Cuando terminé me fui hacia la parada de bus y cogí uno que me llevaba hasta un gran centro comercial en la periferia de Londres.

Qué triste, ¿no? Lo de que una se vaya de compras sola porque no tiene a nadie más y porque siente un gran vacío en su interior.
Me sentía hecha una mierda. Viva la vida.

Empecé a mirar tiendas, de todo tipo. Ropa, complementos, zapatos, decoraciones de casa, comida e incluso una tienda sobre objetos de pesca.
Acabé la tarde molida y con más de cinco bolsas en cada mano. Yo no sé si me duraría el dinero hasta fin de mes, que es cuando mi padre volvía a recargar la tarjeta.
Pasé por delante de una tienda de instrumentos y decidí entrar en ella.
Miré la cantidad de instrumentos que había. Era increíble.
Vi una guitarra negra con detalles dorados en el cuerpo.
Era super bonita.
Siempre quise una de ellas. Mi madre me enseñó a tocar, pero desde que murió decidí no volver a rasgar ni una cuerda de ese instrumento.
Y así sig hoy.
Mis ojos no pueden apartarse de aquella maravilla.
¿Por qué no dejar todo el pasado atrás y seguir con mi camino? Una parte de mí pensó que no lo decía por lo de tocar la guitarra, sino por otra cosa, otra persona...
'Venga Megan, olvídate. Compra la guitarra. Está bien tener una para desestresarte.'

- ¿Mirando instrumentos? - un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ¿Qué coño hacía ahí? Yo y mi mala suerte permanente.
- Buenas tardes Harry - me giré para verle - ah... Y Diane.
- Hola, tú debes ser la famosa Megan, ¿no? - me dijo sonriente, pero en plan sonriendo a lo persona tonta, de forma exagerada.
- Sí, soy yo... - miré a Harry de mala manera y volví a mirar hacia mi copia.
- ¡Qué pelo tan bonito! - dijo la chica tocando uno de mis rizos.

'Pero hija, ¿tú eres tonta? Si el tuyo es casi igual... Y no toques mi pelo, sucia.' Pensé.

- Gracias... El tuyo también está bien... - me sonrió. Vaya situación más extraña.

Me fijé más en ella. Su pelo, aunque se pareciese mucho al mío, tenía caspa y no brillaba, y los rizos no parecían ordenados, tenía los ojos bonitos, pero las cejas lo afeaban, se las podría depilar al menos... Y la nariz estaba como levantada hacia arriba, como un cerdo. Y los dientes no estaban tan bien colocados como los míos.
'Vaya, Harry, ¿me has sustituido por esto?'
Ay, no, no debía ser tan mala. Que en el fondo ella era guapilla, pero es que no podía evitar odiarla.
Era como si una fuerza me obligase a hacerlo.
Miré a Harry, que ocultaba una sonrisa en su rostro. Seguro que se estaba descojonando de la situación y seguro que lo había hecho a posta el muy cerdo.
Maldito mamón...

- Bueno, que me voy, que tengo prisa- dije secamente. - Adiós Diane.
- ¡Adiós Megan! - me dijo felizmente agitando la mano. Dios que tonta parecía, lo que iba a reír de ella. La sonreí falsamente.
- Hary - dije haciendo un movimiento con la cabeza que él me devolvió.

Miré hacia la guitarra que me había gustado, pero a pesar de que me encantaría tenerla, hice una promesa de no volver a tocar. Y así haré.
Eché a andar, dejando a esos dos detrás.
¿Por qué se iban a un centro comercial juntos si aún no eran novios? Bueno, la gente decía que eran novios, pero Harry no afirmaba lo mismo.

De repente empecé a notar que me dolían los pies. Normal, había estado más de tres horas de pie.
No quería volver en autobús, tendría que andar hasta la parada y había unos quince minutos, y estaba derrotada.
Cogí el móvil.

- Zayn... - dije con voz de niña buena.
- Uy, esto me suena a que me vas a pedir algo. ¿Qué quieres?
- ¿Me vienes a buscar? Por fa, por fa.
- Dios, que pelma eres. ¿Y el bus?
- Es que estoy cansada, no puedo andar más. Y no estoy de muy buena autoestima.
- Venga, vale. Dime dónde estás. - le di la dirección del centro. - En diez minutos estoy ahí.
- ¡Gracias, gracias, Zayn! Te debo miles.
- Lo sé, algún día me recompensarás. Hasta luego.
- Adiós.

Colgué. Qué majo, que me venía a buscar.
En la espera me puse música. Bob Dylan para mis oídos. 
Casi me quedo dormida de no ser por el ruido de un claxon.

- Ey, que te duermes. - me dijo Zayn desde un impecable coche blanco.
- Que sepas que no me iba a dormir - me acerqué, rodeé el auto y me metí por la puerta del copiloto  Le di un beso en la mejilla - millones de gracias.
- No es nada. Favores de solteros. - reí.
- ¿Sabes a quién he visto hoy?
- Espera, déjame adivinar. ¿Jake Trevor? No, es broma. Harry, ¿verdad? - asentí.
- Y a su gran amiga Diane.
- Y...
- ¿Y?
- Venga, eres mujer, algo malo tendrás decir de ella.
- No soy así.
- Ya claro, naciste invertida.
- Uf... - puse los ojos en blanco - Pues mira, para empezar es tonta que te cagas, pero no tonta típico de que lo dices porque te cae mal, sino tonta tonta, como si se hubiese dado un golpe, tiene el pelo sin cuidar, y ni mucho menos es igual de bonito que el mío, tiene las cejas pobladas, la nariz de cerdo y su dentadura aspira a ser como la mía, pero como que no lo consigue. Y encima es que me pone de los nervios intentando hacer que me caiga bien. Dios, no la aguanto. - solté toda mi rabia en unas cuantas palabras.
- Te dije que eras mujer - dijo Zayn riendo - A mí tampoco me gustó mucho cuando Harry la llevó un día al estudio, pensé que se le había ido la cabeza si estaba con ella en vez de contigo.
- Oins, Zayn, que bonito. ¿Pero la ha llevado al estudio? ¡A mi nunca me llevó al estudio! - me crucé de brazos.
- A lo mejor no le diste tiempo a que lo hiciese. - me quedé en silencio después de lo que dijo - ¿Te has comprado muchas cosas?
- Las suficientes como para considerarme una compradora compulsiva. - sonrió.
- ¿Y me has comprado algo a mí?
- Pues la verdad es que no.
- Vaya, ya me había hecho ilusiones. Pues yo si he comprado algo.
- ¿Él qué? - dije sorprendida.
- Abre la guantera- me indicó. Así hice y encontré una gran bolsa llena de chuches.
- Oh, Dios, gracias. Me apetecen mucho. - cogí una mora negra. - ¿Quieres? - me asintió. Le metí una nube en la boca.
- Gfacfias. - dijo con la boca llena.
- ¡No seas guarro! - dije riéndome de él.
- Ya está - indicó de que ya había tragado - Hemos llegado.

Paró el coche en frente de la residencia y se bajó. Me abrió la uerta y me ayudó a salir.

- Que caballero. 
- A su merced, señorita - dijo bromeando a la vez que hacia una reverencia. - Ey mira, tienes gente envidiándote - miró hacia unas niñas de catorce o quince años que me miraban con mala cara. Decidí gastarlas una broma.
- Oh, Zayn, que noche más agradable me has hecho pasar, por favor, repitámosla, disfruté mucho. - dije lo suficientemente alto como para que las niñas se quedasen boquiabiertas y empezasen a susurrar entre ellas.
- Megan, ¿qué haces? Se vas a pensar que tú y yo estamos saliendo - reí- Ah, el plan era engañarlas  Pues entonces, déjame decir: Megan - levantó el tono de voz - repetimos cuando quieras. - me sonrió, me dio un beso en la mejilla y se fue en el coche blanco.

Pasé por delante de las chicas esas, con la cabeza bien alta, y me fui hacia mi cuarto.





*NARRA LIDIA*

Salí del instituto más tarde de lo normal. Me habían castigado por soltar un grito en clase, pero es que Victor me había pinchado con un bolígrafo en la espalda simplemente para que le dijese la hora. Este niño era tonto. Me podría haber dado un toquecito en el hombro, pero no. A pincharme como es debido.
Tenía que presentarle a Victor a Niall. Se llevarían muy bien, aunque Niall a lo mejor se mostraría un poco distante al principio, pero luego encajarían de miedo. Los dos tan alegres y tan liberales...
No sé por qué eso me hizo recordar la primera vez que quedamos Niall y yo. La entrevista que me hizo. 
'¿Team Jacob o Team Edward?'
Esa pregunta que me inquietó y que cada vez que pensaba en ella me hacía reír.
Y luego lo de las siluetas, y el cómo se había mostrado tan simpático y extrovertido conmigo desde el primer momento. Quizá fue porque le gusté desde que me vio e intentaba camelarme. Quién sabe. Sonreí pensando en esto.
Decidí pasar por donde estaban nuestras siluetas. ¿Seguirían ahí o se habían borrado?
Llegué hacia mi destino y no pude ocultar una gran sonrisa al ver que el dibujo no se había borrado del todo.
Cogí un rotulador gordo y permanente del estuche y comencé a remarcar las líneas.
Ala, ya está. Las repasaré cada mes para que nos e borren y perduren por siempre.
Me sentí orgullosa al pensar en lo que había hecho. Se lo contaría a Niall en cuanto le viese, le gustaría.
Me adentré en el parque enorme este que estaba cerca de la residencia y por el que se podía atajar. Pasé al lado del pequeño lago que había, de la zona de columpios, los bancos, las mesas, hasta llegar cerca de la fachada de detrás del edificio. Entonces vi esa mata de pelo rubio ligeramente levantado tan característico. Y al lado de este, una persona que ojalá no hubiese visto, que su simple presencia me hacía sentir incómoda. Amelia.
Niall la agarraba del brazo y la zarandeaba, y ella estaba con la cabeza agachada, sin decir nada.

- ¡Amelia, no podemos seguir con esto! ¡Hay que dejarlo! ¡Está mal! ¡Esto se acaba aquí! ¿¡Me oyes!? - le dijo Niall mientras yo me temía lo peor.

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