4.1.13

Capítulo 9


Era miércoles ya. Miércoles 19 de septiembre. A cinco días de mi cumpleaños. La verdad es que nunca me gustó a ese día. Mucha gente felicitándote y agobiándote con cosas como: "¿Cuántos años ya?" "Qué mayor" o "¿Qué quieres por tu cumple, guapa?". Arrrgh. Ese día, en mí día, quería tranquilidad  Estar con las amigas, ir de compras, ver alguna peli... Cosas corrientes que no volviesen tu día de cumpleaños en una tortura mental. Aunque también esto se debe a que nunca celebré mi cumpleaños en condiciones, en plan fiestorro a lo grande... Pero bueno da igual. Pero estaba un poco nerviosa porque era la primera vez que pasaba mi cumpleaños sin mi familia. Todos los años, ya fuese lunes, jueves o sábado, íbamos al centro, veíamos tiendas y comíamos fuera, y después mis abuelos y tíos venían a casa, daban regalos y tal. A veces se me hacía un poco pesado, por muy egoísta que suene; pero ya me había acostumbrado a eso todos los años, y que este fuese a ser distinto... No sé, era raro. Principalmente porque ese día no me podría saltar las clases ni nada. Así que no iba a tener un buen plan para el 24.

Ese día salimos de clase y comimos en la residencia. Las chicas subimos a nuestras respectivas habitaciones y allí cada una se cambió. Yo elegí unos pantalones color verde caqui, un jersey blanco de manga larga y como cortado a la altura del ombligo y una cazadora negra con tachuelas doradas en los hombros. Me dejé el pelo suelto y me calcé unos tacones cerrados negros.

Amelia llevaba unos pantalones granates y un jersey color beige con un reno blanco en el medio. Encima se había puesto una chaqueta también blanca que le llegaba casi hasta las rodillas.
Bibi vestía una falda larga color crema que caía recta hasta el suelo. Llevaba con esta una camiseta básica negra y una cazadora vaquera. No vi muy bien lo que llevaba en los pies, pues la falda, al ser tan larga, me impedía ver su calzado.
Megan se había ido a lo cómodo, con unos vaqueros y un jersey negro, además de unas botas del mismo color peludas por dentro.

- Parece mentira que estemos en septiembre en Londres - dije.

- ¿Por qué?
- Porque nos vestimos como si estuviésemos en África.
- Da igual, mientras no cojamos una enfermedad grave... - dijo Bibi.

Fuimos al centro de Londres y ahí nos metimos por unas calles y encontramos un cine. Nos pasamos un buen rato eligiendo la película, hasta que nos decantamos por una comedia sobre un hombre cuarentón divorciado que busca pareja en una página web. Quedaban aún unos cuarenta minutos para que empezase la película por lo que nos fuimos al Starbucks y nos tomamos unos cafés. 

Pasaba algo raro, notaba a mis amigas como un poco distantes, se miraban entre ellas y hablaban muy poco. Era algo extraño. Pero decidí dejarlo pasar.

Salimos de la sesión de cine a las seis y diez. La verdad es que la película me había gustado. Mis expectativas de las comedias sobre cuarentones que buscan novia me habían fallado. Miré a Amelia. Sonreía pero algo faltaba en ella, esa chispa. Aun así, parecía mentira que ayer ella estuviese destrozada por Victor y que ahora ese momento resultase como lejano. Creo que recapacitó y pensó en que no había nada entre nosotros. Verla así, como si lo de ayer hubiese sido una pesadilla, me ponía contenta. Megan también estaba bueno, ni feliz ni triste, como era ella. La verdad es que me llevé un gran shock cuando me enteré de lo de su madre, no sabía nada sabre el tema. Pero lo llevó muy bien, como hace con todo, aunque es cierto que después de siete años sabrá como reaccionar ante esta situación.

Y Bibi... Bueno, era Bibi. Ella siempre estaba feliz, no le veía pegas a nada. No me la puedo imaginar triste. Parece que su sonrisa estuviese siempre abierta por defecto, como si el sonreirá fuese algo normal en ella. La verdad es que transmitía felicidad a todo el que estaba con ella. Pero ese día no, su sonrisa parecía de pega. ¿Qué narices les pasaba? Da igual, no iba a estropear el momento preguntándolas sobre cosas de las que a lo mejor no querían hablar. Porque un día malo lo tiene cualquiera.
Pero decidí romper el hielo con otro tema.

- Oye, chicas, he pensado una cosa. A ver, todos los años, por mi cumple, solía ir al centro con mi familia, y después ir de compras, comer fuera, etc. Y este año no estaré con ellos, pues había pensado que podríamos hacer nosotras ese plan. Pero el sábado 22, ya que el 24 tenemos clases.


La tres se miraron y tardaron un poco en responder.


- Yo es que... no puedo - dijo finalmente Am.

- Ni yo. - complementó Bibi agachando la cabeza.

Miré hacia Megan, a ver si ella podía estar conmigo en ese día.


-Tengo que estudiar - dijo rápidamente al notar que la miraba.

- ah, vale

Intenté aparentar que estaba bien lo que quedaba de tarde pero la verdad es que el hecho de que ninguna fuese a pasar la celebración de mi cumpleaños conmigo me chocaba mucho. Porque joder, ellas sabían que era mi cumpleaños, el primero sin mi familia, y podrían haber hecho algo para intentar estar. Suena egoísta, pero me sentaba mal que se lo tomasen a la ligera. Y si no, que hubiesen propuesto otro día o me hubiesen dicho algo mas tranquilizador. Pero lo que dijeron así, sin más, me tocó la fibra un rato.

Y no solo eso, si no que el resto del día intentaban aparentar que todo seguía normal. Pero yo sabía que no, que a ellas les pasaba algo. Pero no solo a ellas, sino a todo el mundo. Todos los de la residencia estaban raros conmigo. Bueno, hagamos que Lidia se sienta incómoda. Olvidemos lo duro que es estar un año fuera de casa sin nadie al que conociese de verdad. Viva. 
Ese día me dormí maldiciendo suavemente a varias personas. ¿De verdad les había hecho algo tan malo a todos?

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