29.1.13

Capítulo 34


*NARRA MEGAN*

Que dos semanas más eternas. Quería verle, pero no quería. Era algo raro. Le echaba de menos, pero a la vez deseaba que se quedase en... ¿Bélgica? ¿Holanda? No me acuerdo de dónde estaba.
Y es que lo que pasó en España...
Bueno, lo que pasó o lo que casi llega a pasar. Qué irónico suena todo esto.
Cualquiera que lo viese pensaría: 'Vaya loca'. Y la verdad es que no le quito razón. Primero aborrezco a Harry, después le beso pero no quiero nada serio, me doy cuenta de que le quiero, después le odio, me enfado con el, y finalmente le vuelvo a querer. Genial Megan, vas por buen camino.
Y es que solo tenía ganas de verle, abrazarle, besarle, estar con él.
Pero a todo esto, ¿quién es esa Diane amiga de Harry de la que habla todo el mundo en twitter? Como me lo intente quitar...
Me cago en la leche. ¿Por qué he sido tan imbécil dejándole ir? Si en el fondo le creía, pero yo y mi testarudez .. Pues eso. Que la había cagado, pero bien.
Menos mal que hoy le vería, y le diría todo, que quería estar con él, que era mi mundo, y no pensaba dejarle escapar.
Vale, creo que soy bipolar. Debe sentir que le estoy utilizando.

- ¡Lidia, vámonos! - grité desde la puerta de su cuarto.
- ¿Pero por qué tengo que salir? Estaba demasiado cómoda en mi cuarto.
- Pues porque llevas dos semanas encerrada en tu habitación. No sales, no hablas, no ves a nadie, salvo cuando vas al instituto, te pasas las tardes estudiando. Así que hoy, vamos a salir a dar una vuelta.
- Pero...
- Ni peros ni nada. Mira Lidia, echas de menos a los chicos, en especial a Niall, pero le verás en unos días - mentí - Y ya está. El mundo no se va a acabar porque hayas estado distanciada de él trece días.
- En total van a ser quince.
- Me da igual. Y ya sé que hoy hace un mes que empezasteis a salir, pero él no querría verte así, por lo que mueve tu culo, anima esa cara y vente a dar una vuelta conmigo, ¿entendido? - Dios, esta niña me sulfuraba. Por fin abrió la puerta y me miró.
- No me gusta la forma que tienes de convencer a la gente. Es peligroso.
- Pues entonces hazme caso y no recurriré a mis armas. - resopló.
- Oye, ¿dónde está Bibi?
- Eh... - 'improvisa Megan, improvisa' - está devolviendo unas cosas que se compró - mentí. Estaba con Liam desde que llegaron ayer por la noche.

Fuimos andando en dirección a casa de los chicos, según teníamos planeado. Lidia no sabía nada, nis e daba cuenta de nada, estaba metida en sí misma y no prestaba atención al camino por el que íbamos.
La miré. Pobrecita, el echaba mucho de menos. Nunca la había visto tan apagada. Tendría que ir haciéndose la idea si tenía pensado seguir saliendo con Niall, porque este iba a viajar, iba a hacer giras, y Lidia no siempre iría con él.
Pero bueno, mejor no pensarlo.
Estábamos ya casi al lado de sus casas, cuando Lidia, que había levantado la cabeza (por fin) se paró.

- Megan, ¿podemos pasar por otro sitio? Es que cerca están sus casas... Y no me apetece pasar por ahí. - mierda, me iba a arruinar todo.
- ¡Qué dices mujer! Si su casa está en la otra dirección. Pero como aquí todo es casi igual, pues se confunde.
- No Megan, me conozco esta calle perfectamente, esta es la calle de sus casa.
- Ains, que exagerada - tiré de un brazo suyo - vamos a seguir andando. - Y así hicimos, a pesar de que rechistaba.

Por fin llegamos a donde tenía previsto llevarla, y esta vez fui yo la que se paró, provocando que Lidia me mirase y luego girase la cabeza hacia la casa. 
Reaccionó tapándose la boca y abriendo mucho los ojos.
Su cara estaba llena de felicidad, y en ese momento sentí que sobraba.



*NARRA LIDIA*

Otro día más.
Levantarse, desayunar, instituto, comer, dormir, merendar, estudiar, cenar, ducharse, dormir. 
Y así durante dos semanas.
Era increíble el efecto que los chicos tenían sobre mí. 
Si así me comportaba en dos semanas, no quiero ni imaginarme cuando se vayan de gira en febrero durante ocho meses.
'No Lidia, no pienses en eso, que te deprimes'.
Dios, ¿es que como no voy a deprimirme si él se ha convertido en una de las personas más importantes de mi vida? Bueno, a ver, antes también lo era, pero antes lo de los besos, lo de salir juntos y tal era todo imaginación mía.
Ay Dios, me estoy volviendo una obsesionada.
Que horror.
Y cuando Niall me llamaba por skype me decía cosas como: 'Pero Lidia, que nos queda poco, que ya verás como pasa el tiempo rápido, solo dos semanas.'
Sí, los cojones, pero que yo te quiero aquí ahora, conmigo.
Menos mal que se supone que vienen en dos días, como les alarguen la promoción juro que mato a alguien, pero literalmente.
Encima Megan me dice que nos vayamos a dar una vuelta. Claro, como es lo que me apetece ahora...
Pero ha insistido tanto que al final la he dicho que sí por pesada.

Así que aquí estoy, andando por la calle pensando en lo que no debería pensar, mirando mis zapatos, mientras Megan me cuenta las mil y una maneras de por qué no quiere a Harry a su lado. Bueno, repito. De "por qué no quiere a Harry a su lado". Vamos, que me dices que el agua es opaca y me lo creo antes que eso.
Ay por favor, ¿por qué no vuelen juntos de una vez? Aunque he leído en Internet algo de que Harry se empezaba a mandar muchos tweets con una tal Diane, raro quizás, quién sabe.

Oh no. Me paro en la calle. Por aquí esta su casa. Mierda Megan, ¿por qué me has llevado por aquí? Me da cosa pasar por delante, que me recuerda demasiado a él.
Va, hemos llegado al nivel dos de obsesión, y empezamos por el uno de paranoica.

- Megan, ¿podemos pasar por otro sitio? Es que cerca están sus casas... Y no me apetece pasar por ahí. - dije a ver si se pispaba.
- ¡Qué dices mujer! Si su casa está en la otra dirección. Pero como aquí todo es casi igual, pues se confunde. - No me mientas, anda, que he pasado por aquí mil veces.
- No Megan, me conozco esta calle perfectamente, esta es la calle de sus casa.
- Ains, que exagerada - tiré de mi brazo - vamos a seguir andando. - Y por testarudez suya tuve que seguir andando.

Cuando íbamos a pasar por delante de la verja de su casa, veo como Megan se para. ¿Qué pretende?
Miro hacia la casa en la que hace mucho que no dormía, pero algo me sorprende antes.
Me tapo la boca y abro mucho los ojos.
Todo el camino de la entrada está decorado con luces de varios colores, que se disponen en fila, cada fila en el borde del camino. Y al final de esta preciosidad, en dirección a aquella casa que me era tan conocida, está ese rubio irlandés que me volvía loca, vestido con unos vaqueros oscuros y una camisa blanca que le sentaban de miedo. Reconozcámoslo, estaba para toma pan y moja.
Giré la cabeza hacia Megan, para darle las gracias por colaborar en ese plan sorpresa que me habían preparado pero no estaba allí.
'Qué raro' pensé. 
Pero no me demoré mucho en esto, pues eché a correr por aquel camino iluminado hasta llegar a Niall.
Pegué un salto y me agarré a él pasando las piernas por su cintura mientras él me cogía de los muslos. Le miré a esos ojos azules tan bonitos que tenía y le pasé una mano por el pelo.
Iba a acercarme a él a besarle, pero se me adelantó. Aunque finalmente yo seguí aquel beso hasta que nos tuvimos que separar para respirar.

- Parece que mi koala favorito me ha echado de menos - dijo bajándome al suelo.
- ¿Cómo es que no me has dicho que venías antes? - le di un pequeño golpe en el hombro.
- Bueno, supuse que tenía mucho más morbillo lo de la sorpresa. 
- No te lo niego.
- Ven, - me cogió de la mano - Vamos a entrar en casa, que tengo algo preparado para ti.





*NARRA MEGAN*

qué felicidad tenía Lidia en la cara, que mona. La envidiaba en cierta parte. Ojalá alguien me preparase a mí una sorpresa de esas. Pero como que no.
Mi primer novio fue Craig, y el segundo Harry. Asi que como que no pintaba bien lo de la sorpresa.
Me alejé rápidamente de donde estaba Lidia y me dirigí de nuevo hacia la residencia.
Pensé en atajar por el parque ese que tanto me gustaba. 
No se por qué, peor siempre me transmitía una paz especial. Quizá fuese por cómo te acogían los árboles una vez dentro, por el sonido de las aguas del lago, o quién sabe. 
Iba andando, feliz. Por fin vería a Harry. No sé cuando. Tenía que llamarle. Cogí el móvil y le busqué en los contactos. Me acerqué el aparato a la oreja esperando a que lo cogiese.
Pero una melodía sonó cercana. Sí, la melodía de cuando le llamaban. 'Isn't She Lovely' de Stevie Wonder. Reconocería esa canción en cualquier parte. Fue la que cantó en The X Factor.
Giro la cabeza buscando de dónde provenía el sonido.
Y ahí le veo, tan guapo como siempre, con sus rizos despeinados, con sus hoyuelos, sus ojos verdes. Iría corriendo hacia él, pero la presencia de una chica acompañándole me frena.
¿Es mi imaginación o esa chica es una copia barata de mi?
Piel morena, pelo rizado negro y largo, ojos oscuros, nariz pequeña, sencillez a la hora de vestir.
No, ¿no será la Diane esa? 

- ¿Sí? - responde una voz al otro al lado de a línea. Una voz grave pero armoniosa.

No sabía qué contestar, no quería contestar.
Rápidamente colgué y me escondí detrás de un árbol para espiarle.
Él encoge los hombros y guarda su teléfono, y vuelve a dirigirse a la chica copia-barata mía. Y la sonríe, la sonríe como me sonreía a mí.
'Vamos Harry, no me jodas. ¿Has vuelto hace un puto día y ya te ha dado tiempo a buscar a otra, que encima es igual a mí?'
Bueno, igual no. Seguro que es de estas que se ríen por todo y que son unas frescas.
Ay Dios, me cago en la leche.
Pego una patada a una basura que hay en frente.
Pero nada, ni se inmutan. NA. DA.
Es más, Harry abraza a la chica. Pero bueno, ¿este de que va? ¿No se supone que me quería a mí?
¡Joder!
Echo a correr hacia la residencia, pero por otro camino. Este es más largo, peor me da igual. Paso de asar por delante de ellos. ¡Já! A la tipa esa no le voy a conceder ni el honor de mirarme.

Cuando llegó subo a la habitación, ignorando a Fabián y a Victor que me saludan.
'Joder, hora no, chicos, ahora no. ¿No veis que el tío al que quiero está abrazando a otra?' pensé.
Cierro la puerta y abro la ventana, dispuesta a salir. Pero antes me acuerdo de algo y saco al maleta. Abro el bolsillo pequeño de delante y cojo el paquete de cigarros nuevo que guardo ahí, que siempre reservo por si tengo la autoestima por los suelos.
Me dirijo de nuevo a la ventada, cigarros y mechero en manos, y esta vez, no se por qué, decido solo asomarme. Enciendo el primer cigarrillos y me lo llevo rápidamente a la boca. Inhalo el humo, y lo suelto. Así varias veces, hasta que el cigarro se consume.
Vamos a por el segundo.

- Fumar mata, ¿sabes? - Oh Dios, de nuevo ese pesado de en frente.
- Oye tío, deja de acosarme. ¿Por qué siempre te asomas cuando lo hago yo? - sonríe.
- Bueno, se puede interpretar también como que tú siempre te asomas cuando lo estoy haciendo yo. Asi que tu también eres una acosadora.
- Lo siento decepcionarte, pero tengo mejores cosas que hacer que ponerme a acosar a desconocidos.
- Pues yo, perdona que te decepcione, pero no tengo mejores cosas que hacer que acosar a una desconocida - vale, me ha resultado un tanto agradable y me permito esbozar una leve sonrisa mientras pongo los ojos en blanco.
- Ahora que por fin has sonreído  me voy a arriesgar a decirte que me llamo Jake - le miró con el ceño fruncido - Bueno, Jake Trevor Neil Edgar, si quieres mi nombre entero. - otra sonrisa. Silencio - ¿Y tú nombre?
- Uy, chaval, no te hagas ilusiones, pero no soy de estás que le va diciendo el nombre al primero que se me cruza, ¿sabes?
- Ya, bueno, pero nos hemos cruzado unas dos o tres veces.
- No me vas a convencer.
- Entonces te pondré un nombre al azar... Mmmm, ¿qué te parece Megan? - se me desencajó la mandíbula mientras él sonreía. Casualidad, ¿no?
- Eh... Oye, que me tengo que ir. - dije intentando evitar esta extraña situación. Ahora lo de acosador me parecía más real.
- Lástima. Habíamos llegado a un punto interesante de la conversación. Pero si tienes que irte, pues adiós. Un placer.

Cerré la ventana rápido sin despedirme. A saber que más sabía este cobre mí. Que miedo chaval.
Me tumbé en la cama y dejé el paquete de cigarros más el mechero sobre la mesilla. No quería fumar más, es más, no me gustaba fumar Me parecía repulsivo, pero no sé por qué me había dado la vena ahora.
Empecé a recordar la conversación que había tenido con ese extraño chico. Que personaje más raro, ¿verdad?
De repente me di cuenta que durante todo el tiempo que había estado hablando con él, no había pensado en Harry ni una sola vez.






*NARRA LIDIA*

- Niall, no tenías por qué prepararme esto. - me acerqué a la mesa en la que supuestamente íbamos a cenar.
- Tú siéntate y calla, que me vas a ahogar la sorpresa.
- Vale. - obedecí mientras él me separaba la silla esperando a que me sentase para luego volverla a acercar.

De repente desapareció en la cocina, y no volvió hasta dentro de unos minutos, con una gran fuente de cristal en sus manos. En esta fuente había una cantidad enorme de lasaña, con una pinta riquísima.

- No me digas que has cocinado tú. - le pregunté.
- Eh... No exactamente, Harry me ayudo.
- ¿O Harry hizo todo?
- Bueno, él cocinó y yo puse la mesa.
- Me lo imaginaba - le sonreí y me sirvió en el plato la comida.

Nos acabamos toda la lasaña. Madre mía que rica estaba por Dios. Bendito sea Harry y sus artes culinarias.
Después tomamos una ensalada César también riquísima  todo esto acompañado de Champán que cortésmente había traído Niall.
Me contó todo sobre dónde había estado. En Italia, Francia, Alemania, Grecia, Bélgica, Holanda....
Y todo en dos semanas. Que matada.

- Te he traído una cosa - me dijo levantándose.
- Oh no Niall, no hacía...- ya se había ido - falta.

Esperé un tiempo sentada hasta que noté unas manos sobre mi cuello y algo frío sobr él también.
Bajé la cabeza y entonces lo vi. Esta un collar de plata con un pájaro con las alas abiertas y en el centro de este una piedrecita roja que brillaba mucho en forma de corazón. Era precioso. Y también tenía pinta de caro, muy caro.

- No, Niall, no. No puedo aceptarlo - dije mirándole.
- Lidia, lo he comprado para ti, claro que puedes.
- Pero no me gusta que te gastes en mí. Me siento mal.
- Lidia, repito, es tuyo.
- Pero...
- Aunque si quieres lo tiro y habré invertido el dinero para nada. - me miró con el ceño fruncido hasta que desistí.
- Dios, es imposible convencerte de algo.

Me acerqué a él y le abracé, dándole también un largo beso de propina.
Miró a la ventana y se levantó.

- Ya es suficiente de noche - me cogió de la mano - ven conmigo.

Subimos por las escaleras hasta llegar a un cuarto que Niall utilizaba como sala de estar. Abrió otra puerta y otras escaleras en forma de caracol aparecieron ante mí.
Qué grande era esa casa, por Dios.
Subimos hasta llegar a otra puerta y la abrió.
Entramos en una especie de buhardilla con el techo en diagonal. Nunca había estado ahí.
Esta buhardilla, decorada de forma muy elegante, tenía un gran ventanal en el centro. La sala estaba a oscuras, pero aún así se podía ver las cosas que había en ella. 

Al fondo había un sofá y enfrente una tele. Repartidos por ahí había una pequeña estantería, una mesa y una silla, además de algunos pufs.
En el centro de esta peculiar habitación, había una manta sobre la alfombra  y junto a esta había un gran cuenco con fresas con la punta bañada en chocolate.
Oh Dios, fresas con chocolate.
Niall tiró de mí y me llevó hasta la manta, indicando que me tumbase. Me puso un cojín bajo la cabeza y lo mismo hizo con él.
Miré hacia arriba, hacia el ventanal, y vi todo un cielo azul oscuro con muchas estrellas en él, y en una esquina, una gran luna a la mitad de un color blanco amarillento.
Era super bonito.

- Jope, Niall, me encanta tu casa.
- A mi me encantas tú.

Giré la cabeza hacia él. ¿Había algo más perfecto? Junté mi mano con la suya, entrelazando nuestros dedos.

- ¿Quieres fresas? - asentí. 

Cogió el gran cuenco y se apoyó sobre un costado, poniendo la fruta entre nosotros dos.
Empezamos a comernos las una a una.
Era como manjar de dioses. Me encantaba. Comiendo una de las cosas que más me gustaba del mundo con el mejor novio del mundo que era uno de los chicos que más quería en el mundo.
Acabamos las fresas y Niall apartó aquel cuenco de cristal.
Se juntó más a mí y me puso el pelo detrás de la oreja.

- Te he echado mucho de menos, Lidia.
- Y yo a ti.

Me acerqué a él y nos besamos, de una forma super dulce, muy tierna, pero con mucho deseo, diferente a las otras veces. Nos juntamos más y más, hasta que solo nos podía separar la ropa.
Me agarró de la cintura y me puso encima de él, con sus manos en mi espalda. Poco a poco, me fue quitando la camiseta, y eso hice yo con él, mientras le miraba a los ojos, a esos ojos tan azules que reflejaban la luna y las estrellas.
Él esperaba a que le diese permiso, a que aceptase, y así hice. Asentí para dejarle claro que quería hacerlo si era con él. 
Me quitando poco a poco el pantalón, apretándome más a él, mientras nos fundíamos en un largo y agradable beso, embelleciendo aún más la que fue la mejor noche de mi vida.

1 comentario: